Vistos los tres episodios emitidos hasta la fecha de Superman y Lois, he de confesar que he encontrado su trama lo suficientemente atractiva como para decidirme a seguirla.
Y es que seamos francos: un personaje con tanta solera (no en vano estamos hablando del primer superhéroe de la historia) y que ha contado con tantas y tan diversas adaptaciones, no tiene mejor modo de impactarnos que atreviéndose a romper ciertos esquemas para ofrecernos una perspectiva diferente a la habitual. Y esta serie lo hace (y ojo, porque a partir de aquí habrá más de un spoiler).
El inicio del primer episodio pasa de puntillas sobre el origen del héroe tantas veces retratado, y tras unos cuantos homenajes puro fanservice a los primeros cómics de Siegel y Shuster, nos muestra a un Superman ya veterano, casado con Lois Lane y padre de dos adolescentes mellizos (cuya relación con ellos no siempre es la más óptima, a causa de sus continuas ausencias para "salvar el mundo", que van en claro detrimento de sus obligaciones como padre).
Cabe mencionar que, al principio, los chavales no saben nada de la doble identidad de su progenitor, y eso los lleva a albergar cierto resquemor hacia él. Y aunque finalmente acaban descubriendo que papi es el Hombre de Acero, la relación no deja de ser -en ocasiones- conflictiva.
A todo esto, el bueno de Clark pierde su empleo en el Daily Planet, lo que unido a la inesperada muerte de Martha Kent (su madre adoptiva), lo lleva a plantearse abandonar Metrópolis y regresar con su familia a la granja de Smalville. Y hasta aquí los spoilers (prefiero que -si no la habéis visto- descubráis el resto por vosotros mismos).
Como decía un poco más arriba, esta nueva perspectiva de Superman (esposo y padre de adolescentes, a la par que granjero en un pequeño pueblo) insufla un soplo de aire fresco a la extensa mitología del Último Hijo de Krypton, poniendo al personaje en una serie de situaciones en verdad inéditas hasta la fecha.
Ver a Tyler Hoechlin en la piel de Clark Kent/Superman no es algo nuevo (recordaréis que ya se estrenó en su serie hermana -o mejor dicho, prima-, Supergirl), y si bien en un principio su físico no me encajaba demasiado con el del personaje (para bien o para mal, la sombra del gran Christopher Reeve sigue siendo muuuuuy alargada), admito que te acabas acostumbrando. Al menos, a mis ojos no desentona más que Henry Cavill. Otro punto a favor del amigo Hoechlin, es que su química en pantalla con Bitsie Tulloch (Lois Lane) es enorme.
Los efectos especiales también están bastante logrados (por lo menos, para lo que cabe esperar de una serie de TV), si bien -de momento- he de decir que las relaciones interpersonales priman bastante más que las escenas de acción. Eso sí: por ponerle una pega, una cosa que no acaba de convencerme demasiado es todas las veces que se ve a Clark de manga corta (luego, se presupone que no lleva el traje de Supes debajo) y sale corriendo para ir a una misión, encontrándonoslo en la escena siguiente volando alegremente con el traje rojiazul. Si de mí dependiera, yo cuidaría más ese tipo de detalles, que en un momento dado consiguen resquebrajar la tan necesaria suspensión de la incredulidad.
En cualquier caso, amigos -y dejando de lado esas nimiedades-, nos encontramos ante una serie original y altamente disfrutable, que a buen seguro aún evolucionará mucho para depararnos más de una sorpresa.