LAS AVENTURAS DE TINTÍN: EL SECRETO DEL UNICORNIO

Hace ya varios días que busco infructuosamente un hueco para escribir mi crítica acerca de la película Las aventuras de Tintín: el secreto del Unicornio, y lo cierto es que se me ha venido acumulando el trabajo de mala manera, hasta que me he dicho: "chico, de hoy no pasa".

No sé qué puedo deciros de esta obra, que no se haya dicho ya en los últimos días. El caso es que si tuviera que resumir la sensación que me produjo su visionado con una única palabra, probablemente esta sería ESPECTACULAR.

 

La verdad es que me recordó poderosamente al mejor cine de aventuras de los años 80, que estaba tan preñado de aquella maravillosa épica (una épica que desgraciadamente hoy se ha ido perdiendo en la mayoría de los casos en favor de un mayor derroche de efectos especiales), pero ojo, que el hecho de que esta cinta tenga ese nostálgico regustillo del que hablo es algo que en absoluto está reñido (y sin que sirva de excepción), con disfrutar de la tecnología más puntera del siglo XXI.

La técnica empleada de captura del movimiento alcanza aquí unas cotas de realismo nunca vistas hasta la fecha. Hay muchos momentos donde casi te parece estar viendo realmente a actores de carne y hueso.

En cuanto al argumento, directamente deudor de varios títulos del cómic en el que se basa (atención a los múltiples guiños), solo puedo decir que no hay ni un solo minuto en todo el metraje en el que decaiga un ápice el interés. El ritmo narrativo es verdaderamente portentoso (también he de decir que estoy plenamente de acuerdo con los que dicen que recuerda bastante al espíritu de Las aventuras del jóven Indiana Jones, pero bueno, tampoco debemos olvidar que es Spielberg quien dirige).

En definitiva, una película apropiada para grandes y pequeños, y que no defraudará a (casi) nadie.

Muy, pero que muy recomendable. Le doy un merecido 9.