Para entender mi curiosidad ante esta película es justo aclarar que la susodicha estación del título no la tengo tan lejos de donde vivo, y de hecho durante catorce años fue muy habitual que pasara por ella al trabajar en la calle Casanova, cerca de la Diagonal, con lo cual hacía trasbordo y cogía alguno de los autobuses (14 o 59) que por aquel entonces me llevaban hasta mi puesto de trabajo. Pertenece a la línea 1 (la roja, si bien en esta cinta la cambian a amarilla) del metro de Barcelona, y yo la utilizaba desde la estación de Plaza España (donde empalma con los FGC, que era con los que yo llegaba hasta allí) hasta dos paradas después, la de Urgel, siendo la susodicha de Rocafort la que queda justo enmedio.
Aunque no fue más que estación de pasada para mí, admito que si la utilicé cuando al poco de reaficionarme a los cómics, iba a comprar mi surtido de viñetas a la ahora desaparecida Entenza Comics, siendo esa parada la más cercana donde cogía el metro para volver a casa. Nunca le dí más importancia de la que tiene (un mero lugar de paso), aunque admito un escueto incidente que no llegaría ni tan siquiera a anécdota (ver "algo" que cuando vuelves a girar la vista ya no está), por lo que admito que me sorprendió cuando, por la existencia de esta película, me enteré de la (parece ser) leyenda negra que pesa sobre ella desde hace décadas.
Pero mejor vayamos al grano, y es que la película Estación Rocafort es un film bastante irregular, que más allá de la coincidencia indicada, lo que plantea y desarrolla bien podría haberse dado en cualquier otro escenario. La protagonista es Laura (interpretada con perpetuo gesto de penuria por la actriz Natalia Azahara) una joven muchacha que acaba de comenzar a trabajar en la Estación Rocafort, pese a los rumores que escucha sobre ella, intentando que el trabajo la ayude a sobrellevar su situación emocional. Pero un día asiste como espectadora involuntaria al suicidio de un trabajador del metro, lo que le conllevará empezar a padecer unas terribles visiones que aumentarán su angustia, teniendo tan solo algo de apoyo por una joven llamada Cris (a cargo de la actriz Valèria Sorolla) Con la intención de averiguar algo sobre todo ello, Laura contactará con Román (interpretado por Javier Gutiérrez), un expolicía alcohólico caído en desgracia (y perfilado con todos los tópicos previsibles), tras atrapar hace años a un asesino en serie que tenía la susodicha estación de metro de Rocafort como escenario para sus truculentos crímenes.
¿Cual es el problema de Estación Rocafort? Pues el que uno se puede imaginar dentro del género del terror, sobretodo si uno ya está curado de espantos: el echar mano de todos los tópicos posibles, en especial en cuanto a provocar sobresaltos mediante sonidos más o menos inesperados. Luego también está el derrotero por el que se decanta para justificar los sucesos, que hace de la estación un mero escenario circunstancial, que bien podría haber sido cualquier otro lugar habitual en el género. Ello se acrecienta con la forzada inclusión de la explicación mejicana, que le hace perder aún más sabor autóctono a una película que tan solo en su tramo final arriesga un poco... con matices. En un temerario giro de guion, ofrece varias sorpresas finales que dejan la puerta abierta para más, pero las mismas pueden hacer recordar al cine de Shyamalan, director habitual en jugar con ese recurso, pero al que no siempre le ha acompañado la suerte con ello, como le ocurre aquí a su responsable Luis Prieto, aunque se agradece la valentía de atreverse. Lo mejor de todo sería sin duda un Javier Gutiérrez mucho mejor actor de lo que aquí puede demostrar.
CALIFICACIÓN: Regular (2/5)
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- FICHA TÉCNICA y SINOPSIS en IMDB (en inglés) y FilmAffinity (en español)
- FECHA DE ESTRENO EN ESPAÑA: 6 de septiembre de 2024.
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