Deslumbrado. No cabe otra palabra para describir como me he quedado tras darle una oportunidad a la serie de La 1 de TVE, El Ministerio del Tiempo.
Aquellos que lleven tiempo leyendo este blog, sabrán cuanto me chiflan las películas y series cuya temática versa sobre saltos en el tiempo y/o tierras paralelas. Y no es ningún secreto que este tipo de producciones suelen tener la etiqueta USA como denominación de origen. Pero que una serie española tenga la valentía de abordar el tema, y además lo haga BIEN, con buenos medios, un guión realmente currado y unas interpretaciones en general convincentes... eso ya no es tan común. Por eso estoy tan (gratamente) sorprendido.
La trama nos introduce en los entresijos del Ministerio del Tiempo, una institución gubernamental secreta sólo conocida por el Rey, el presidente del Gobierno y un reducido número de funcionarios. Los sótanos del Ministerio albergan un gran número de puertas vigiladas por las patrullas de la institución, que las usan para detectar e impedir que cualquier intruso del pasado llegue a nuestro presente -o viceversa- con el fin de cambiar la Historia en beneficio propio. Para ello, las patrullas tendrán que viajar al pasado y evitar que lo logren. Estas patrullas están integradas por agentes de diversas épocas.
Las últimas personas reclutadas por el organismo son Julián Martínez (Rodolfo Sancho), un enfermero del SAMUR de la actualidad, que carga el trauma de una reciente tragedia en su vida que lo hace actuar de manera temeraria, y en ocasiones casi suicida, Amelia Folch (Aura Garrido), una de las primeras universitarias de la España del siglo XIX, y por tanto una mujer adelantada a su tiempo, que se niega a asumir sumisamente el rol de esposa y madre entregada que es prácticamente obligado en sus días, y por último Alonso de Entrerríos (Nacho Fresneda), un soldado de los Tercios de Flandes, patriota, valiente y honorable hasta la médula (que a menudo hace un poco las veces de alivio cómico -generalmente por las reflexiones que expresa por su particular visión de nuestra actualidad-, lo que lo convierte, sin duda, en mi favorito de los tres). ¡Vaya personaje, el tío!
Comandados por sus superiores, Ernesto Jiménez (Juan Gea) e Irene Larra (Cayetana Guillén Cuervo), el trío protagonista rendirá cuentas ante el subsecretario Salvador Martí (Jaime Blanch). Otro personaje recurrente es Angustias (Francesca Piñón), la secretaria del Ministerio.
Poco a poco, los personajes acaban viajando a escondidas a , por ejemplo, visitar su propia tumba y descubrir el año de su muerte, visitar a familiares perdidos... Todo esto les acarreará problemas no sólo ante sus jefes, sino también para ellos mismos.
El trío protagonista, camino de una misión. |
Otro de los grandes aciertos de la producción es, a mi entender, que los capítulos sean autoconclusivos, es decir, con aventuras independientes que se resuelven en cada uno de ellos, y que prácticamente te permitirían verlos desordenados, pues pocas son las subtramas que tienen algo de continuidad, aunque alguna hay.
Pero puestos a decirlo todo, reconoceré que también existen ciertos fallos argumentales, pero eso es algo casi imposible de evitar cuando te metes en jardines como el de las paradojas temporales. En cualquier caso, nada tan grave -de momento- como para que se le vea demasiado el cartón. Por otro lado, comentar que en alguna escena ambientada hace varias décadas debería ponerse más cuidado en no incluir en el plano edificios emblemáticos que por entonces aún no habían sido construidos, porque mucha gente se da cuenta y ahí sí que chirría la cosa. Y tampoco estaría de más evitar caer en el error -puede lograrse con un poco de buena voluntad-, de contradecirse en ciertos datos, como cuando en un capítulo se dice que tal personaje entró a trabajar en el Ministerio en el año "X", y un par de capítulos después un flashback te lo muestre ya allí un par de años antes, o que digas que la ubicación de las puertas varía cada semana, para acto seguido encontrarnos un personaje secundario que afirma que cada vez que se siente deprimido usa LA MISMA PUERTA para evocar una y mil veces cierto momento feliz de un pasado que añora.
Aún con todo, como digo, de momento no me parecen fallos tan graves, y sin duda se ven largamente solapados por los numerosos aciertos del proyecto, que son muchos más.
La segunda temporada (que actualmente se emite en La 1 de TVE los lunes por la noche) cuenta además con la particularidad de la incorporación de un nuevo miembro a la patrulla. Se trata de Pacino (Hugo Silva), un policía de 1981, experto en bandas callejeras, al que inicialmente nadie ha ido a reclutar, sino que llega al Ministerio por pura casualidad, en el curso de una de sus misiones a través de una puerta no registrada. Su inclusión en la serie parece obedecer a la necesidad de ocupar el hueco dejado por Julián Martínez (Rodolfo Sancho), quien tuvo que ausentarse durante unos cuantos capítulos de la mencionada segunda temporada a causa de su compromiso previo con el rodaje de Mar de plástico en Antena 3. De todos modos, su personaje sigue muy presente en la trama, pues el misterio de su desaparición también está dando no poco juego. En todo caso, se espera que el actor pueda reincorporarse a corto plazo, una vez haya cumplido con sus obligaciones en la otra cadena. Entonces comprobaremos que pasa, si la patrulla queda integrada por cuatro miembros (lo que en principio veo probable), o se vuelve a los tres originales.
En definitiva, amigos, un toque de ciencia-ficción (lo justo y necesario para echar a andar la trama), unas gotitas de drama y una pizca de humor (con innumerables guiños culturales para el espectador atento). Una gozada, señores (como demuestra esa legión de fans en internet conocidos como "ministéricos"). Para no perdérsela. Avisados quedan ustedes...
Aquí os de jo la intro:
Ya veremos cuanto tardan los americanos en sacar su propia versión de ésto. Yo creo que no mucho (aunque para mi opinión lo tienen un poco complicado, ya que no se puede comparar -ni por asomo- la riqueza de la Historia de España con la paupérrima Historia de los Estados Unidos).
Es tan políticamente correcta que históricamente en algunos episodios da grima, por lo demás un buen intento de acercarnos a la ciencia-ficción.
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