Sandman se ha despedido definitivamente de su aventura televisiva en Netflix, con el sabor agridulce de lo que fue y lo que pudo haber sido si su autor, Neil Gaiman, no estuviese implicado en el tremendo lío que ya todos sabemos. Pero sin querer entrar en eso (no es tal la finalidad de este blog, aunque por supuesto que nos solidarizamos con cualquier víctima de abuso), vamos a lo que nos compete, que es qué impresiones nos ha dejado esta segunda temporada:
Sin duda, una de las mejores cosas que tiene esta serie es el carisma del que dota a cada uno de los personajes -tanto a nivel de personalidad como a nivel de caracterización-, así como también de los tiempos que dedica a cada uno. En ese sentido, pienso que eso ha sido algo destacable de principio a fin de la producción. Con respecto a esta segunda temporada (que adapta Estación de Nieblas), también he de decir que quizás me haya gustado más la primera parte, es decir, los primeros seis episodios, porque me parecieron muy bien construidos y muy bien hilados, en el sentido de que la trama principal te va llevando a las distintas historias que se entrelazan (tramas del pasado que aunque parecieran olvidadas tienen su eco en el presente). En cambio, la segunda parte, es decir, los capítulos 6 a 11, están más centrados en una única trama que por momentos puede hacerse algo lenta y repetitiva. Lentitud que contrasta (para mal) con un final que tal vez he encontrado un poco apresurado, como que había que cerrar sí o sí en el undécimo episodio (ya que el duodécimo es una suerte de spin-off dedicado a Muerte, y bastante bueno, por cierto). Se ve más como un epílogo forzado, que como la apoteosis que esperaría el espectador.
En definitiva, he de decir que particularmente me gustó más la primera temporada, ya que me dio la sensación de que pasaban más cosas, además de que dedicaba más tiempo a las historia secundarias o complementarias del cómic.
Mi nota de esta segunda temporada: 6/10.
Lo mejor: la calidad de las interpretaciones, la innegable fidelidad al material de origen y unos buenos efectos especiales.
Lo peor: una cierta falta de ritmo que, en ocasiones, hace que todo se resienta, lo que contrasta negativamente con un final un tanto apresurado y anticlimático.
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