miércoles, 25 de marzo de 2015

EL TERROR DEL ESPACIO EXTERIOR

El tremendo parecido del argumento de esta película con la posterior Alien, el 8º pasajero bien a punto estuvo de costarle un juicio a Ridley Scott cuando estrenó su clásico de la ciencia ficción en 1979. Y es que en It! The Terror from Beyond Space, dirigida por Edward L. Cahn en 1958 y estrenada en nuestro país muchísimos años después vía pequeña pantalla con títulos como El terror del más allá o El terror del espacio exterior, nos encontramos con la tripulación de una nave que aterriza en Marte para rescatar a un superviviente de otra expedición y se vuelve a la Tierra con una sorpresa: un brutal alienígena se ha introducido en el cohete y comienza a matar a sus tripulantes uno a uno hasta que es destruido mediante la apertura de una escotilla… que le deja sin aire. Por supuesto, no hay huevos ni facehuggers en este viejo clásico de la serie B: el marciano ya está bien crecidito y no se complica a la hora de atacar a los astronautas ni se comide a la hora de hacer ruido o de hacerse notar.

El culturista Ray Corrigan, actor habitual de westerns y películas de aventuras hollywodienses durante más de treinta años y habituado a enfundarse sofocantes trajes de gorilas y monstruos varios, puso fin a su carrera con este papel que, curiosamente, es quizá el más recordado de sus casi cien trabajos para la gran pantalla. Le acompañaban en el reparto, entre otros, Marshall Thompson, Shirley Patterson, Kim Spalding y Ann Doran.

Otro título menor de aquella rica mina que fue el cine de ciencia ficción norteamericano de los años 50, tan entrañable y divertido como casi todos los films similares de aquella época, y que tiene la particularidad de haber podido ser la inspiración para una de las más famosas sagas del género de finales del siglo XX… quizá, porque al final el litigio con Alien no llegó a los tribunales. Lo podemos dejar en que este terror del espacio fue al menos un tío abuelo lejano del monstruo espacial de Giger

3 comentarios:

  1. Una comparación ciertamente interesante. Enhorabuena por el post.

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  2. No me la he inventado yo. Ya ves que la cosa estuvo a punto de llegar a los tribunales... ;)

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  3. Es muy aventurado llamarlo plagio. Tiene que ser flagrante la copia para que así sea. Nadie crea de la nada, los únicos que se puede decir que lo hicieron son los creadores de los cuentos y leyendas clásicos de la tradición oral, que dicho sea de paso, no sabemos quienes son. Si nos pusiéramos pieletristas con la propiedad intelectual, gritando plagio cada vez que un autor toma ideas de otro, no existirían los géneros y estilos: habría sólo un artista de cada uno. Y el día que muera ese autor, la quedamos.

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