El año que viene se cumplirá una década desde el inicio del universo cinemático de Marvel, el cual empezó con Iron Man
en 2008 al que siguieron más de una decena de films que han convencido,
en mayor o menor grado, a crítica y público. A dicho éxito no han sido
ajenos los de la Distinguida Competencia y desde el pasado año comenzó
el universo cinemático de su principal contrincante: DC. Las dos cintas que lo comenzaron fueron Batman v Superman y Escuadrón Suicida
pero aunque más o menos admito que me convencieron (sin tampoco ser
ninguna de las dos una maravilla), la crítica general las machacó,
ganando la primera cuatro premios Razzie a lo peor de 2016 aunque logrando la segunda de forma sorprendente un Oscar por un detalle técnico de la misma: su maquillaje.
Aunque los dos personajes más famosos del universo DC (Superman y Batman) ya tengan a sus espaldas varias películas, el trio lo cierra Wonder Woman, la cual aún no había logrado un film para ella sola, siendo la serie de televisión de los setenta con Lynda Carter lo único memorable de la misma. Si los de Marvel
han logrado triunfar incluso con algunos superhéroes no tan conocidos
para el público general, ya había llegado la hora de que toda una
clásica como la princesa Diana de Themyscira tuviera su oportunidad, por lo que la ya muy veterana Wonder Woman (no en vano vió la luz en 1941) es presentada en el film aqui reseñado para toda una nueva generación.