En 2018 la primera película de Megalodón no me acabó de convencer, debido a que prometía más de lo que al final ofrecía como ya indiqué en su momento. Me recuerdo además de asistir a un pase de prensa donde la película la pusieron en versión original SIN subtítulos, pero aunque mi nivel de inglés es demasiado flojo para lo que debería (mea culpa), se puede decir que tampoco tenía un argumento que fuera muy difícil de seguir, por lo que cuando la revisé en posteriores visionados (cuando la dieron en televisión) confirmé lo que escribí de ella en su día.
Ante esos antecedentes uno se preguntaría porque me decanté por su secuela, pero es que aparte de esperar que aumentara el disparate y la exageración (y lo escabroso, de lo que la primera andaba algo escasa), tenía curiosidad por su protagonista, el carismático Jason Statham, que con el primer Megalodón consiguió uno de los mayores éxitos en taquilla de su carrera cinematográfica; siendo casi siempre un solvente héroe de acción en el panorama actual.
También me fijé en el cambio de director: del anódino Jon Turteltaub de la primera (que nunca se ha caracterizado por un toque personal en una filmografía bastante discreta, con títulos sencillos a mayor gloria de nombres como los de Nicolas Cage, John Travolta o Sandra Bullock) se pasaba al británico Ben Wheatley, al que como mínimo le podía conceder el beneficio de la duda ante una película de clara serie B, pero con presupuesto de serie A, como es esta secuela.
Mirando de reojo la saga jurásica, todo comienza con un prólogo cuando los dinosaurios dominaban la Tierra, en el se ve a un insecto comido por un animal, que a su vez es comido por otro y luego por otro sucesivamente, hasta finalizar con un Tiranosaurio como máximo depredador... que poco después se ve atrapado por un Megalodón como un depredador todavía mayor (en algunos avances previos se ha visto de forma parcial lo que cito, que son apenas unos pocos minutos iniciales) Este contundente prólogo, que bien podría haber sido el de cualquier película de la franquicia jurásica, da paso a un salto a la actualidad, donde vemos al protagonista intentando destapar un vertido ilegal de residuos tóxicos, quedando a partir de ahí de forma clara que la historia no se toma demasiado en serio a si misma, lo que me llevó a recordarme del sarcasmo que tenía el personaje de Jeff Goldblum en El mundo perdido, la primera secuela de Jurassic Park.
No sería el único "parecido razonable", porque además la fosa que da subtítulo a esta secuela me llevó a recordar a Pacific Rim, en donde de una similar surgían todos los monstruosos kaijus que atormentaban a la humanidad allí (y eso sin contar los guiños a la saga Tiburón iniciada por Steven Spielberg o algunos productos derivados a lo largo de las décadas como Deep Blue Sea de Renny Harlin, así como al cine catastrófico, o al de acción en el que se ha especializado Statham, a lo que sumar los evidentes al mercado chino, como ya ocurría en el primer film) Y es que sabiendo que mantener la tensión sería algo inútil cuando su público potencial va a lo que va, en la segunda mitad de este funcional pastiche de géneros y estilos se desata el exceso EN TODOS LOS SENTIDOS en un escenario que sarcásticamente se llama Isla Diversión, en el cual se desencadena la furia de varios seres prehistóricos surgidos de la citada fosa.
Pero para llegar a esa segunda mitad de la película, antes habrá que recorrer una primera, en la que nos muestran como Jonas Taylor (el personaje de Statham) y sus compañeros bajan para investigar en la citada fosa, en una operación que iba a ser rutinaria pero que es saboteada por unos villanos (al frente de los cuales está Sergio Peris-Mancheta, que vuelve a repetir como malvado maniqueo al igual que hizo en la quinta entrega de la saga Rambo) Durante ese tramo se consigue mantener un acotado toque de terror submarino, si bien enseguida se hace previsible cuales serán los que no sobrevivirán, ya que esta secuela vuelve a pecar de apenas esbozar a sus personajes (sean del bando que sean), por lo que las variadas muertes que se suceden a lo largo del metraje no importan nada al espectador, ya que se elimina el lastre dramático de la previa, y se sumerge sin reparos en un disparate de excesos que por pura acumulación, al final funcionan.
En resumidas cuentas se puede decir que Megalodón 2: La fosa tiene una mayor conciencia de lo que se espera de ella, aumentando las criaturas (en el tramo final pensé que sólo quedaba ver por allí a Ctulhu) y restando el cansino elemento dramático, que en títulos como este son mero relleno. Porque esta secuela se podría considerar también heredera de las clásicas películas con monstruos de hace décadas, sólo que el progresivo avance de los efectos visuales ha permitido que ahora los bicharracos puedan lucir más, haciendo cada vez más innecesarias y superfluas las interacciones humanas, que sirven tan solo para que un mínimo guion nos lleve del punto A al punto B. Entretenimiento funcional que nunca aspira a nada más que eso, esta secuela se desmadra más de lo que lo hizo la previa, dejando con las ganas de una hipotética tercera entrega donde no se corten y el espectaculo salvaje y bestial se desate aún más.
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- FICHA TÉCNICA y SINOPSIS en IMDB (en inglés) y FilmAffinity (en español)
- FECHA DE ESTRENO EN ESPAÑA: 4 de agosto de 2023.
- Galería de posters por este enlace.
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