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viernes, 11 de noviembre de 2022

BLACK PANTHER: WAKANDA FOREVER

Admito que en su momento a mi me gustó la película Black Panther, pero quizás se la sobrevaloró en exceso cuando se convirtió en el primer film de superhéroes en ser nominado a mejor película, cuando creo que no daba para eso ni para las siete nominaciones a los Oscars que tuvo, logrando ganar en las categorias de mejor banda sonora, vestuario y diseño de producción (estos dos últimos si que hay que reconocer que por méritos propios) Está claro que dicha sobrevaloración vino por el tema racial, como si ahora hubiera que "compensarle" a la comunidad negra las injusticias pasadas con premios a films como ese, cuando igual más valdría valorar otros conceptos.

Pero dejando aparte dichas polémicas para otros sitios y momentos más adecuados, el éxito de la primera entrega propició una segunda que empezó a preparse al poco tiempo... hasta que se encontraron con un inesperado inconveniente: el fallecimiento de su protagonista principal Chadwick Boseman, que encarnaba a T'Challa, el superhéroe titular. Había varias opciones sobre la mesa: recrearlo con CGI con el cuerpo de otro actor, contratar a un suplente (cosa que en Marvel ya han hecho con Hulk de Edward Norton a Mark Ruffalo y en las de Iron Man de Terrence Howard a Don Cheadle, a lo que añadir ahora el cambio de Harrison Ford por William Hurt debido al fallecimiento de este último); o una tercera posibilidad, que ha sido la escogida: continuar adelante dejando al personaje de T'Challa también difunto en el universo Marvel cinematográfico, y evolucionando a partir de ahi.

Cabe citar que los primeros minutos de esta película (que comienza directamente y sin preámbulos) nos sitúa en la muerte fuera de plano de T'Challa, debido a una enfermedad desconocida de la que en ningún momento se sabe nada más. Tras constatarse lo evidente se ve el clásico logo de Marvel Studios dedicado en exclusiva al fallecido Boseman, que junto con la escena que le antecede supone si acaso uno de los momentos más acertados de una película desigual, debido a su muy dilatado metraje. Y es que como me suponía, sus casi tres horas (161 minutos) no sirven para hacerla mejor, cuando una vez vista te das cuenta de que para lo que en esencia cuenta no necesitaba tanto tiempo, aplicándosele bien ese dicho popular que dice "quien mucho abarca poco aprieta", si bien el resultado final es entretenido. Asistimos al predecible cambio de manto para el superhéroe titular, si bien quien lo recoge no le acabo de ver el carisma como para mantenerlo (la sombra de Boseman está siempre presente), y además el mismo no se da hasta el tramo final, circulando antes de eso tanto por escenas fastuosas y brillantes, como por otras intrascendentes que ralentizan el ritmo.

Curiosamente uno de los aciertos de esta secuela, si bien en inicio pensaba que no sería así, es la presentación de Namor, que ya no es el dirigente de Atlantis (como en los comics) sino de Talokan, un reino submarino con connotaciones de la cultura maya (de ahi que en cierto momento se explique el origen derivado del ESPAÑOL del nombre de Namor, que seguro que dará para comentarios de todo tipo) Como curiosidad citar que los habitantes de Talokan son presentados como seres azules, lo que enseguida te lleva a pensar en la secuela de Avatar, de próximo estreno y que se presume que será de importancia acuática con su título de El sentido del agua. También se presenta al personaje de Ironheart, si bien apenas tiene los mínimos esbozos para justificar su presencia, en espera de la serie para Disney Plus en proyecto donde me imagino que se desarrollará más, lugar donde no me extrañaría que también acabara el personaje de Martin Freeman, visto en la entrega previa pero cuya trascendencia aqui es más bien anecdótica. La escena entre créditos (porque al final no hay ninguna) enlazaría con el inicio en su idea del traspaso del legado de una generación a otra

Con Black Panther: Wakanda forever se finiquita una Fase 4 en el universo cinematográfico (y televisivo) de Marvel que se ha demostrado funcional en cuanto a resultados pero algo dubitativa en cuanto a objetivos, sin saber muy bien hacia que derroteros decantarse (probando con todo tipo de géneros), algo que se hace palpable en este cierre a la misma. Pero pese a que esta secuela esté orientada como un claro y evidente homenaje al fallecido Chadwick Boseman, siendo cuando se decanta por ello cuando obtiene sus mejores y más emotivos resultados, su exceso de ambiciones sin tener concretados los objetivos que busca lastran que lo que podía haber sido una buena película se quede tan solo en una cinta entretenida, aunque innecesariamente dilatada. De todas maneras en la balanza final prevalecen más las virtudes de sus aciertos que los errores en su concepción y desarrollo, ofreciendo un resultado final aceptable que hubiera mejorado aún más si en la sala de montaje se hubiera orientado, concretado y acotado mejor.
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