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sábado, 16 de febrero de 2013

LA "EVOLUCIÓN" EN LOS CÓMICS DE SUPERHÉROES


Los cómics, al igual que el cine, la tv o la música, han cambiado una enormidad en los últimos años. Creo que estaréis de acuerdo conmigo en que eso es algo innegable. Así, entre los años 40 y 70, y al menos en la primera mitad de los 80, un cómic de superhéroes de 22 páginas rendía mucho, pero muchísimo más (al menos para mí), de lo que rinde un cómic actual. Y me explico: antes se contaban muchas más cosas por página. Un tebeo de grapa tenía, generalmente, un desarrollo (más o menos rápido), un nudo (más o menos rápido), y un desenlace (más o menos rápido). Es decir, la fuerza del mal solía empezar cometiendo algún tipo de tropelía. Llegaba la fuerza del bien, y tras darse ambos bandos un poco de leña mutuamente, el villano o villanos acostumbraban a poner piés en polvorosa, sinó terminaban directamente en chirona. Así de claro, y así de eficaz. Y a mí me gustaba, oye.

Pero llegó un momento, quizá acentuado a partir de los años 90 con la fiebre de Image y demás pesca, en que las cosas cambiaron radicalmente, y además sin apenas transición. Por un lado se pusieron de moda los héroes "oscuros", de dudosa moralidad y de procederes un tanto radicales, que decías tú: "¡Caray con el bueno, córcholis, como se le va la pinza!". Por otro lado también se pusieron de moda los villanos con ambiguas motivaciones, que en ocasiones te llevaban a pensar: "¡Caray, pues el tipo también tiene su parte de razón!". Y cuando querías darte cuenta ya era demasiado tarde, pues el individuo casi te caía bien y ya no tenías del todo claro de que bando estabas.

Por consiguiente, las tramas argumentales comenzaron a enredarse hasta lo indecible. Se hicieron, en general, mucho más violentas, oscuras y complejas, y bajo cada una de tales tramas principales (y violentas, oscuras, y complejas), comenzaron a brotar, como si de champiñones se tratase, un sinfín de subtramas menores habilmente (bueno, no siempre tan habilmente) entrelazadas entre sí.

Esto conllevó una desmesurada ralentización de los tiempos, desembocando en el hecho de que una historia que antes contabas en las citadas 22 páginas de un grapa standard, ahora no podías contarla en menos de 80 ó 100 páginas, y de ahí para el norte. Tampoco hace falta ser un lince para darse cuenta que, en gran medida, la industria fomentó esta práctica para vender primero los grapas de rigor, y apenas seis meses después el obligado recopilatorio en formato prestigio. Así, los grapas con aventuras autoconclusivas comenzaron a ser rara avis en las estanterías de las librerías especializadas.

Por si todos esos cambios narrativos fueran poco, resulta que coincidieron en el tiempo -más o menos- con otros dos importantes cambios, esta vez estéticos: la tremenda inluencia del estilo Manga (que derivó en el llamado Amerimanga) y vino a terminar definitivamente con ciertos estándares de estilo imperantes hasta entonces, y la irrupción bestial del coloreado por ordenador, que acabó para siempre con el añejo color de la clásica trama de puntos.

Ejemplo de cómic recoloreado: obsérvese el antes y después.

Otra seña de identidad claramente perdida con los años fue la disposición de viñetas por plancha. En aquellos cómics primigenios, lo habitual era encontrarse de siete a nueve viñetas, y generalmente todas del mismo tamaño... o casi. Sin embargo, con el tiempo estos parámetros fueron adulterándose hasta lo indecible, y llegó un momento en que ya no hubo ni orden ni concierto. Una página podía tener siete viñetas lo mismo que podía tener tres o cuatro (y ya no necesariamente cuadradas o rectangulares). Además, en el colmo de la "originalidad", ahora podían  remontar unas por encima de las otras en una disposición absolutamente anárquica, hasta el punto de hacerse, en ocasiones, incluso un poco confusas de seguir. 
 
Después, si a todo lo anteriormente expuesto aún le sumas el posible seguimiento de un personaje con una línea regular de cierta continuidad, como es mi caso con Spider-Man (aunque también perfectamente aplicable a los lectores de cualquier otro personaje más o menos veterano), el lógico desgaste de los años, y la sobreexplotación de argumentos contados una y mil veces (por uno y mil guionistas de diverso pelaje), aportan el negativo añadido de que los guiones hayan perdido prácticamente todo su fuelle... y eso, amigos, es realmente grave.


En definitiva: que la suma de los mencionados cambios (tanto narrativos como estéticos), unida al referido desgaste de ciertas colecciones especialmente longevas, en mi opinión ha dado lugar a un estilo de cómics que ya poco (o casi nada) tienen que ver con los que se publicaban hace 30 ó 40 años. ¿Qué pensáis vosotros?. ¿Cuales os gustan más y por qué?. Verdaderamente sería muy revelador conocer vuestra opinión al respecto. Personalmente (y aunque haya quién llegó incluso a acusarme de ser "hijo de mi época" y de no saber evolucionar con los tiempos), yo lo tengo muy claro. Sacando algunas honrosas excepciones "modernas", para mí no hay cómics como los de antes (aunque ojo, que también admito que antes existieran ciertos "churros", ¿eh?). Pero como digo, en general eran unos tebeos mucho más ingénuos, mucho más simples y mucho más coloridos. Sí, cierto... ¡pero es que así es como me parecen más fascinantes!.

Resumiendo: que considero que algo muy bonito se ha perdido en el camino, y que me parte el alma cada vez que veo como un lector imberbe desprecia los tebeos "de antes" argumentando que "están mal dibujados", o que "su argumento es un rollo".

4 comentarios:

  1. Bueno, yo hace como 25 años que dejé los cómics, así que no puedo opinar mucho sobre los posteriores a esa fecha. Sí que es obvio que su estética ha cambiado. A mí no me gusta la estética manga, ni el rollo del Spider-Man McFarlane con grandes ojos, y también veo que en los cómics de ahora se explayan con grandes viñetas sin apenas textos o conversación, lo que hace que se lean en 5 minutos y, en mi caso, no se disfruten porque no me aprovecha la inversión.
    Supongo que todo cambia con el tiempo, y que es normal que le tengamos más cariño a las cosas de la época en que nos marcaron, sin que por ello se deba despreciar por fuerza productos y variantes posteriores.
    Yo en cualquier caso estoy prácticamente retirado de este arte, salvo alguna excepción ocasional, y disfruto más leyendo un libro, aunque, sí: también han cambiado bastante, pero eso lo dejamos para otro día...

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  2. Yo soy muy del "Conan" de Buscema... y por mas que vea luego otros estilos y formas de contar aventuras Cimmerianas, no cambio.

    Lo mismo con los clásicos de Marvel... el "sense of wonder" que transpiraban ya no se repite.

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  3. "y también veo que en los cómics de ahora se explayan con grandes viñetas sin apenas textos o conversación, lo que hace que se lean en 5 minutos y, en mi caso, no se disfruten porque no me aprovecha la inversión."

    Pues sí, Lord Ruthwen, ése es parte del problema, pero ya no es sólo eso: es que el tono, el tempo, la estructura, y el lenguaje empleados, ya no tiene nada que ver con lo que fue un día no tan lejano el cómic superheróico.

    "los clásicos de Marvel... el "sense of wonder" que transpiraban ya no se repite"

    Pues sí, Frank Jones. Has resumido perfectamente, y además en una sóla frase, lo que a mí me ha llevado todo un artículo. Precisamente eso es lo que quería decir, y tú lo has explicado maravillosamente.

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  4. Sí, la verdad que es innegable lo que han cambiado. Pero es como todo: al principio estaba la novedad, por lo que no había que esmerarse demasiado, y después hubo que ir buscando nuevas posibilidades narrativas con el fin de enriquecer las historias.

    También hay otro factor: antes se tenía a los comic como divertimento para niños, de ahí que las tramas fueran ingenuas, simples y coloridas. Ahora eso ha cambiado, ya que habemos muchos adultos adeptos de los comics, de ahí que nuestros personajes favoritos hayan ido creciendo a medida que lo íbamos haciendo nosotros, sus lectores, y de ahí que el género se haya nutrido y se siga nutriendo de otros géneros típicamente asociados con los adultos, como puede ser el policial negro.

    No olvidemos además que ha cambiado también la concepción del menor de edad en sí mismo: ya no se lo ve como un sujeto ingenuo enfrascado en una cajita de cristal, aislado de todos los males del mundo, sino que se lo concibe como un ser atento al medio en que vive, y que en la mayor parte de los casos no se traumatizará demasiado por las cosas que los medios le muestren, si bien al día de hoy sigue habiendo muchos actores sociales que pretenden convencernos de lo contrario.

    Personalmente creo que cualquiera de ambos estilos de comic puede ser bueno, si sus elementos están bien trabajados. No creo que la calidad de un comic dependa de que sea más ingenuo o más oscuro, más simple o más complejo, aunque sí valoro mucho las nuevas técnicas de coloreado, como la de "La broma asesina" que mostraste como ejemplo. Cuando leí el comic vi que había un editorial que decía que fue recoloreado con "una alquimia informática que sólo él (el entintador)conoce", que no era la versión original de 1988, y me preguntaba cómo sería antes. Gracias por sacarme de dudas.

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