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viernes, 24 de febrero de 2012

HISTORIA DE BRUGUERA IV: CARPANTA Y ZIPI Y ZAPE


Tal y como vimos en la entrada anterior de esta serie, en 1947 los hermanos Bruguera tuvieron el acierto de volver a abrir el semanario Pulgarcito, que con un aire renovado no tardaría en volver a convertirse, como ya lo fuera antaño, en una de las publicaciones estrella de la editorial.

Probablemente podría afirmarse -sin temor a caer en la exageración-, que 1947 fue, por tanto, un año irrepetible para la empresa, porque en dicha fecha se originó algo que mucho después pasaría a conocerse como "la escuela Bruguera". En ese mismo año, y siempre para las páginas de Pulgarcito, José Peñarroya crea a Don Pío, Guillermo Cifré a El réporter Tribulete, Juan García Iranzo a La familia Pepe, y Eugenio Giner y Rafael González Ledesma a El inspector Dan. Sin duda una auténtica colección de aciertos, pero no serían los únicos, ya que otro de los encargados de colaborar en la mítica revista fue José Escobar Saliente (imagen superior), un talentoso artista barcelonés que hasta aquel entonces sólo había ilustrado algunos cuentos infantiles para la empresa, si bien ya contaba con una dilatada experiencia como caricaturista y animador en otras compañías de la competencia.

Así, entre 1947 y 1948 Escobar crea (también para Pulgarcito) a sus personajes más recordados, primero al eterno hambriento Carpanta, un trotamundos impenitente (simbolo de las penurias de la posguerra) que se vale de mil y una argucias para tratar de llenar su estómago (aunque casi siempre con escaso éxito), y sólo unos meses después a los terribles gemelos Zipi y Zape, convirtiéndose sin duda estos últimos en su obra cumbre.

Una de las primeras apariciones del entrañable Carpanta

Para su primera creación importante, Carpanta, Escobar dibujó a un hombre bajito, de edad indefinida; en su rostro destacaba la nariz prominente característica de los personajes cómicos de Bruguera y una barba que recordaba un poco a la de Mario Moreno "Cantinflas". En la primera historieta de él que se conoce, 13 en la mesa (1947), su atuendo era más bien propio de un mendigo, pero pronto Escobar le adjudicó su indumentaria característica: camiseta a rayas, cuello alto (hasta taparle la boca), pajarita y la cabeza cubierta con un sombrero canotier. Vivía bajo un puente, sin familia y sin oficio, excepto el de ingeniárselas para comer, aunque en más de una ocasión podemos ver en sus aventuras intentos desesperados de conseguir dinero en trabajos como reportero, soplón (en una fábrica de botellas) o buscando el tesoro oculto de un castillo en ruinas.
El otro personaje importante de la serie es el orondo Protasio, amigo del protagonista, que no suele tener problemas para saciar su apetito. Otro compañero menos conocido de Carpanta fue el perro Manduca. En varios episodios también aparece en la serie su creador, Escobar, autocaricaturizado.

De acuerdo que Carpanta pasaba mucha hambre, pero... ¿tanta como para pedir CANALONES en lugar de canelones?

En el caso de Carpanta no puede decirse que fuera un título precisamente simpático entre las jerarquias del régimen franquista. Ello era debido a la mala propaganda que suponía un personaje que no podía comer nunca. De hecho, algunos años después la censura estuvo a punto de cancelar la serie, aduciendo que "en la España de Franco nadie pasa hambre". Pero al igual que el resto de los personajes de Bruguera, Carpanta también iría dulcificando su perfil temático y disminuyendo la carga crítica de sus peripecias en la misma medida que se infantilizaba, modificaciones introducidas por Escobar para eludir posibles problemas con la referida censura (por eso el personaje a menudo dice que tiene "apetito", en vez de "hambre"). Alguna efectividad habrá que suponerle a tales modificaciones, porque la serie se prolongaría con notable éxito durante décadas. De hecho, su popularidad sería tan grande durante los años cuarenta y cincuenta que algunos lectores llegaron a enviar comida o dinero a la redacción de Pulgarcito para remediar el hambre de su desafortunado protagonista.

En el caso de Zipi y Zape, poco se puede decir de estos personajes que no sepa ya el lector medio.
Este par de gemelos, probablemente inspirados en Max und Moritz de Wilhelm Busch, se distinguen entre sí por ser uno moreno (Zape) y otro rubio (Zipi), caracterizandose principalmente por las endiabladas travesuras en que incurrían a la menor ocasión. Los mismos nombres de los protagonistas provienen de la palabra zipizape, que significa "alboroto". La personalidad de Zipi y Zape es muy simple, son muchachos traviesos e inquietos, si bien muchas de sus travesuras no son intencionadas, la mayoría suelen acabar con alguien persiguiéndoles. Aunque son traviesos, no quita que no tengan buen corazón y sean muy bondadosos lo que demuestran siempre al ayudar a sus amigos o a gente que tiene algún problema. De hecho, una obsesión suya es lo que ellos llaman "Hacer una buena obra". Generalmente el resultado es desastroso.

Primera versión de los populares gemelos...

Otros personajes unidos a las aventuras de este dúo eran Don Pantuflo Zapatilla (padre de las criaturas y catedrático en Numismática, Filatelia y Colombofilia), Doña Jaimita (la sufridora madre y abnegada ama de casa, según los cánones de la época), Peloto (el adulador o «pelota» de la clase y enemigo acérrimo de los gemelos), Lechuzo, el leal aliado de Peloto, su superdotado primo Sapientín y su tía Miguelita o los Señores Plómez (los amigos pesados de los padres que siempre llegaban de visita en el momento más inoportuno). Otros personajes carismáticos fueron Don Minervo, el severo profesor del dúo (que tantas veces les daría calabazas), aunque muchas veces también demostró ser compasivo, Don Ángel, el policía del barrio en el que vivían Zipi y Zape, y que atendía constantemente a los gemelos cuando estos detenían al Manitas de Uranio (el ladrón local), o el Doctor Pildorín, el médico de familia que tenía una consulta en la barriada. Generalmente también hacía visitas a domicilio a la familia Zapatilla.

Zipi y Zape ya un poco más estilizados...

¿La anécdota?. Si la autoridad "competente" veía con malos ojos que Carpanta pudiese tener hambre, no tardarían en promulgar un edicto para que las gamberradas de personajes como Zipi y Zape se quedasen en simples trastadas "descafeinadas". La orden en cuestión decía (literalmente): "Se evitará toda desviación del humorismo hacia la ridiculización de la autoridad de los padres, de la santidad de la familia y del hogar, del respeto a las personas que ejercen la autoridad, del amor a la Patria y de la obediencia a las Leyes”.

A pesar de tantas trabas impuestas a la creatividad de los autores, resulta obvio que algo "gordo" se estaba cociendo en Bruguera...

Próxima entrega: Haciendo las Américas y el DDT

1 comentario:

  1. ¡Entrañables personajes! Como siempre, haces aflorar mi nostalgia por una época ya muy lejana, los años 70, en la que Bruguera fue esencial para mí... Siempre preferí a Ibáñez que a Escobar, pero las creaciones de este último también fueron habituales en aquellas lecturas

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