El caso es que Las Aventuras de Tintín, compuestas por 23 tomos oficiales, tienen su final en el mediocre Tintín y los Pícaros, un relato sobre un golpe de estado en una república ficticia de Sudamérica. Pero existe una obra olvidada por el gran público que quedó huérfana tras la muerte de su autor, Hergé.
Se trata de Tintín y el Arte-Alfa, fechada en 1983, una aventura sobre falsificación de arte. Cuando Hergé estaba a punto de morir, pidió expresamente que su obra nunca fuera retomada por otro dibujante. Así, Tintín y el Arte-Alfa se resume en las dos terceras partes de lo que sería una obra completa del personaje, en forma de bocetos, apuntes y planchas sin terminar. No obstante, se publicó a partir de 1986, con sucesivas ediciones, la última en 2005.
Hay muchos detalles que indican que Tintín y el Arte-Alfa habría sido una de las obras más recordadas de Tintín y de las mejores técnica y argumentalmente. En las primeras páginas, donde se puede apreciar los tonos de color y el trazo, observamos una madurez en cuanto al dominio de escenarios y un paso adelante en el realismo de sus personajes. Vemos también una amplia variedad de secundarios de otros álbumes con los que Tintín se reencuentra, con mayor o menor alegría.
Sin quererlo, como en la mayoría de sus periplos anteriores, Tintín se ve inmerso en un thriller, a partir de que su amigo, el Capitán Haddock, conoce casualmente a Ramo Nash, un pionero del llamado arte-alfa, una tendencia artística abstrata y al parecer vacua. Tintín no puede resistirse a indagar por qué todos los que se adentran a investigar sobre el arte-alfa sufren misteriosos “accidentes”.
Lo que da más aura de misterio al hecho de que las aventuras del periodista belga se vieran interrumpidas, es que en la última viñeta del libro sin terminar, es el propio Tintín caminando a punta de pistola, al parecer sin escapatoria posible de morir convertido en una estatua de un material especial.
La Fundación Hergé (que preside la viuda del artista) y la editorial Casterman (propietaria de los derechos en francés de los álbumes de Hergé) se encargan escrupulosamente de que las aventuras de Tintín no sean continuadas de forma extraoficial.
Sin embargo, desde la muerte de Hergé, han sido varios los "tintinófilos" que han emprendido por su cuenta la ardua tarea de terminar, de manera completamente extraoficial, este polémico álbum inacabado.
De las numerosas versiones ilegales que se han hecho destaca la de Yves Rodier, un canadiense que desde los 19 años pasó un lustro entero convirtiendo estos bocetos en un libro (ver imágen superior), buscando en su estilo ser lo más fiel posible al espíritu de su creador. Inicialmente (ya que algunos años después sacaría una versión más "pulida"), el trazo del jóven Rodier es un tanto irregular, muy de principiante, no obstante, logra insuflarle a Tintín y el Arte-Alfa una cierta frescura. Algunos incluso dícen que se trata de un álbum mucho más grato de leer que el inacabado libro oficial de bocetos de Hergé (del mismo título) que editó la propia Casterman (que es este de aquí):
El homenaje que representa este Tintín apócrifo de Yves Rodier (y que pese a no haber sido nunca reconocido de una manera oficial, tuvo la "bendición clandestina" de Jacobs y De Moor, dos colaboradores directos de Hergé), es un caso singular y muy valioso. Sin embargo, nunca sabremos si corresponde a lo que Hergé hubiera querido, y si el homenaje le habría gustado.
Lo que sí es seguro, es que muchos (entre los que por cierto me incluyo), lo consideran como el álbum número 24 de la serie. ¿Lo malo?: que no es especialmente fácil de conseguir (¡NO lo busquéis en tiendas, chicos!), y cuando lo encuentras por internet... SU PRECIO OSCILA BIÉN ENTRE LOS 50 Y LOS 150 EUROS!!!
He de decir (y con no poco orgullo), que por suerte yo lo tengo en mi colección particular (junto a los álbumes oficiales de la serie), y lógicamente es una de mis "Joyas de la Corona".
Buen artículo, muy interesante.
ResponderEliminar