Hay personajes que uno los tiene tan asociados con el actor que les ha dado vida que resulta una tarea compleja imaginarlo con otro rostro, lo que se demuestra evidente en el caso de un icónico Harrison Ford que ha hecho míticos a Indiana Jones y a Han Solo, hasta el punto de que el spinoff precuela de este último que estrenaron el año pasado se convirtió en el título menos rentable de la saga Star Wars, de lo cual ayudó mucho lo forzado de su joven protagonista en la piel del citado mercenario galáctico. Una situación parecida vive Sylvester Stallone con sus míticos Rocky Balboa y John Rambo, ese duo de personajes fuertes con los que triunfó de forma primordial en la década de los ochenta, aunque el problema estuvo en secuelas progresivamente más exageradas con unas "ideologias" mucho más cuestionables y con unos resultados cada vez más pésimos.
Más allá de que fueran mejores o peores películas, hay que reconocer que pertenecen a la infancia y adolescencia de muchos de aquellos que ahora superan la treintena y cuarentena (como es mi caso), por lo que se agradece que el propio Stallone quisiera dar un merecido epílogo a ambos personajes en Rocky Balboa y John Rambo, la sexta y cuarta entrega respectivamente de sus sagas. Pero su aceptación le llevó a intentar estirar el tema un poco más, y ahi entran Creed y Creed 2 como spin-off secuela de su franquicia pugilística, consiguiendo con ambas unos resultados aceptables, por lo que ahora le ha tocado el turno a su ya veterano soldado de Vietnam.